|
Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central
Diego Rivera (1946) México |
En esta obra mural, elaborada con la técnica del temple, el artista Diego Rivera decidió recrear una historia sintética de la historia de México, tomando como escenario la Alameda Central. El Hotel del Prado, para el que fue creado esta obra mural de 4.17 x 15.67 ms, colindaba con dicho parque, que también fue elegido por el artista por ser éste testigo de trascendentales sucesos en la historia mexicana. El manejo del tiempo es fundamental para entender la composición de la obra, pues conduce la historia de México en la Alameda de manera onírica. Hombres y mujeres que pasean o aparecen sentados en las bancas del parque imaginan o sueñan sus vivencias personales, sus recuerdos del pasado, pensamientos del presente e imágenes del futuro. La temporalidad se centra en los albores del siglo XX en México, cuando Diego Rivera era un niño. Su figura aparece al centro de la composición, tomado de la mano de La Catrina, creación del grabador José Guadalupe Posada que a su vez es tomado del brazo por la calaca femenina. A partir de este centro, hacia la izquierda se representa el México Virreinal desde la Conquista a la Independencia. A la derecha, la Revolución Mexicana y el futuro de la nación. En el lado izquierdo del mural, aparecen las figuras de José María Vigil Robles (1829 - 1909), profesor de Diego de la preparatoria, quien rememora el pasado virreinal, por lo que sobre su cabeza suceden imágenes de Hernán Cortés y Fray Juan de Zumárraga, los cuales observan un acto inquisitorio. Más adelante surgen las figuras de Agustín de Iturbide y debajo de él Antonio López de Santa Anna como detractor de la nación. En la Alameda se aprecia la figura de un hombre dormido que sueña con los tiempos en que participó en las fuerzas armadas de Benito Juárez, cuya imagen aparece sobre el soñador. Además del discurso estético histórico, Rivera diseñó una crítica a la sociedad política de finales de la década de los 40 a través de la representación de figuras eclesiásticas al lado de personajes políticos, con lo cual el autor ejemplifica la complicidad corrupta entre ambas instituciones sociales. |
|
|
|
|
|