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El hombre
Rufino Tamayo (1953) Estados Unidos |
Esta obra del artista oaxaqueño forma parte de la colección de Arte Latinoamericano del Museo de Arte de Dallas. Este museo conserva 17 obras del artista. El artista utilizó vinil y pigmentos mezclados sobre lienzo para dar vida a esta obra con temática sobre la humanidad. Se trata de un soporte rectangular dispuesto en vertical de 5.48 m de largo por 3.20 m de ancho. Fue comisionada por la Asociación de Arte de Dallas con el fin de fortalecer los lazos entre México y los Estados Unidos. Para este propósito, se le encargó al artista realizar un mural cuyo tema celebrara "la universalidad de la condición humana". Al principio, el título elegido por el artista fue "Man excelling himself", pero después lo cambió por "El hombre". Esto es algo importante de mencionar, ya que el primer título conlleva un significado muy particular mientras que el segundo título, al referirse al "hombre", sugiere un término que puede tener un contenido muy universal. Una posible interpretación del cuadro consiste en una figura humanoide color ocre cuyas extremidades se aprecian casi geometrizadas. Esta forma antropomorfa mantiene firmes sus piernas sobre el suelo, la tierra, de color ocre más obscuro. Esto quizá aluda a la creación del hombre que nació de la madre tierra, que es una de las concepciones mitológicas más fundamentales de las antiguas civilizaciones prehispánicas. En el cuadro, el cuerpo humano se alarga conforme se estira para alcanzar la bóveda celeste. Su materia lo une necesariamente a la Tierra pero en sus ideales busca llegar al espacio, donde habitan las estrellas consteladas. Ello se puede interpretar como el hombre que es parte de un microcosmos y un macrocosmos a su vez. Su figura, geométrica y deforme, demuestra la búsqueda del artista por descomponer las cosas de la realidad para después analizarlas y recomponerlas en su obra plástica. Ciertamente estos elementos los ha tomado de la pintura de Georges Braque y los utiliza para mostrar su propia percepción del hombre. La obra de Tamayo no siempre tiene la intención de "representar algo", o hacer que el espectador reflexione algo en ella o busque su significado escondido; se trata de un artista que hace una traducción de la realidad a partir de un proceso que ha sido comentado por diversos críticos de arte: la destrucción de lo real y después la recomposición de sus elementos, y esa es su forma de analizar las cosas, como ha hecho en este mural sobre el hombre. En éste, así como en toda la obra de Tamayo, se aprecia su genialidad en el manejo del color, cuyas gradaciones son infinitas. Esta posibilidad de usar los pigmentos genera ambientes muy diversos en sus cuadros. Por el uso del azul y sus múltiples gradaciones se puede observar un cielo nocturno y el espacio exterior más allá de éste. Por otro lado, las gradaciones de ocre en la parte inferior del cuadro remiten a lo terrestre, al calor y al fuego, que puede interpretarse como una contraposición de lo frío, oscuro y azul del cielo nocturno. |
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